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EL BUEN VIVIR REQUIERE DE LA ENERGÍA FEMENINA

“El Buen Vivir cuestiona el capitalismo, que en esencia aceleró el divorcio de los seres humanos con la naturaleza.”- Atawallpa Oviedo, abogado y escritor

Por Romano Paganini

Buenos días y Buen vivir. Así se suelen comenzar últimamente charlas, debates (o en este caso textos) de personas hispanohablantes que han escuchado o que saben acerca del Buen vivir. En vez de desear a sus oyentes un buen día, les desean algo que va más allá del día: el Buen vivir como actitud frente a la vida. Pero qué es El Buen vivir?

Antes que nada: el Buen vivir no es algo abstracto, s algo que se vive. Y a lo mejor, el vivir bien fue algo buscado durante toda la historia de la humanidad de los diferentes pueblos del mundo. Quizás es por eso que el Buen Vivir o el Sumak Kawsay, como se lo llama en kichwa, el idioma originario que se habla en Ecuador y partes de Perú y Colombia, integra una cosmovisión nueva y a la vez antigua que se encuentra en otras culturas del planeta.  

Entonces: Qué es el Buen vivir? Incorporado en las constituciones de Ecuador (2008) y del Estado Plurinacional de Bolivia (2009) el concepto del Buen vivir está en plena construcción. Independientemente de su estado y su expansión, sirve como guía en la búsqueda de una vida en armonía con el entorno donde se habita.

Después del Desarrollo

El sociólogo y escritor portugués, Boaventura de Sousa Santos,  describe el Buen vivir “como alternativa al desarrollo; como una nueva dimensión de derechos, los derechos de la naturaleza; como semilla que solamente puede germinar en un nuevo tipo de Estado, el Estado Plurinacional, el cual se ha construido con la participación de los ciudadanos, pueblos y nacionalidades mediante diferentes formas de democracia; como matriz de una nueva economía solidaria y plural de vocación posextractivista y poscapitalista.”

Extractivismo y Capitalismo se han dado la mano durante muchos años, décadas, siglos. Es el mundo en que todavía estamos viviendo en occidente y que está armado por armas, ya sea en forma de conquista, de represión, de competencia, del derecho del más fuerte. Se ha creado un paradigma intelectual, dominado por lo masculino y por la creencia de que el hombre es la cumbre de la evolución. “Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca.” Esto no dijo un gerente de una multinacional europea, sino Simón Bolivar, frente a un terremoto en Caracas en el año 1812.

La cosmovisión del Buen vivir no responde a un Pro o a un Contra sino contempla la naturaleza como algo completo,  y al hombre como parte de ella misma. “La vigencia de los Derechos de la Naturaleza plantea cambios profundos”, escribe Alberto Acosta en su libro El Buen Vivir. “Hay que transitar del actual antropocentrismo al biocentrismo. Tránsito que exige un proceso de mutación sostenido y plural, como requisito fundamental para llevar a cabo una gran transformación.”

Alberto Acosta es ex-presidente de la Asamblea Constituyente, ex ministro de Energía y Minas y ha sido candidato a la Presidencia de Ecuador 2013. Las ideas que manifiesta en su obra nacen de la misma fuente que las del campesino Japonés Masanobu Fukuoka. “Para empezar cualquier reflexión, aceptemos que la humanidad no está fuera de la naturaleza y que ésta tiene límites biofísicos.”

El extractivismo frente a nuestros ojos

A pesar de que nuevamente está en tema, en los medios masivos de comunicación, la problemática de los límites del crecimiento económico, instalar un nuevo paradigma y hablar de los límites biofísicos, aún parece muy lejano. Esto es así, porque nuestra vida cotidiana está rodeada de materiales del mundo extractivista y las costumbres y la comodidad hacen que no nos percatemos de ello. Ahora mismo, por ejemplo estamos leyendo estas palabras digitales, que sin el cobre de Chile o de Zambia que son parte de nuestra computadora, no las podríamos leer. Lo mismo ocurre con la banana, que gracias al petróleo y los camiones y los barcos llega desde Ecuador o Brasil a nuestra mesa para formar parte de nuestra dieta diaria. Es decir, la vida extractivista está mucho más visible de lo que pensamos. El Buen vivir implica tomar consciencia sobre el estatus quo y requiere voluntad para cambiarlo.

Lo bueno está dentro  

El Buen vivir necesita una conexión real con la tierra y por lo tanto con uno mismo. “Samak Kawsay es una oportunidad para imaginar otros mundos”, escribe Alberto Acosta y claro que la imaginación es fuente de utopías y sirve como orientación. Lo masculino tiene la capacidad de la conexión cósmica y busca respuestas macro. Pero para bajar a tierra lo utópico se necesita de la energía femenina. Se necesita lo micro. A partir de allí se producen cambios reales, no tanto desde el hablar, sino desde el hacer. La comprensión intelectual como forma de entender y concebir el mundo está por llegar al mismo punto que los recursos naturales: a sus límites. Lo que resulta imprescindible es un acercamiento a una comprensión integral o, dicho en términos fragmentarios del viejo paradigma: una comprensión intelectual, emocional, corporal y espiritual.

Para juntar lo fraccionado se requiere de lo femenino, esa energía que llevamos todas y todos dentro nuestro. La energía femenina que manifiesta la capacidad de unión y de alcanzar una vida en armonía con la naturaleza. Porque el Buen vivir bien es mucho más sencillo de lo que pensamos. 
   

 

 

 


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