EL HACEDOR DE LA REALIDAD VA PASO POR PASO
“Para cumplir mi tarea misionera solo vi un camino:
Ser referente y actuar a través de conversaciones con otros buscadores del entendimiento”
Mahatma Gandhi (1869-1948)
Por Romano Paganini
Me voy. Me voy de la ciudad, me voy al campo. Me voy, no importa a donde. Lo que sí importa es el hacer.
Cuando uno dice “Me voy”, todavía no hizo el paso real. Pero hizo un paso. Un paso mental, que para salir de una sociedad de autómatas intelectuales es básico. Después es cuestión de tiempo hasta que uno concreta lo que pensó mil veces parado en el tren, aplastado en el bus, esperando en la cola del banco o pasado de rosca por la presión económica, laboral o de las propias expectativas. El segundo paso, el irse, es el más grande y hay que considerar los miles de pasos chiquitos que vienen después y que son inevitables. Son pasos chicos a los ojos del resto de la humanidad pero grandes para uno mismo. Qué se lleve un remo, el hacedor del siglo 21, lo va a necesitar! Porque recién dado el segundo paso empieza el verdadero viaje, el viaje interno y nuevas sensaciones en el cuerpo a las que hay que acostumbrarse. Si antes de partir uno hubiese teniendo en cuenta las eventualidades de la vida, se hubiera quedado en su cueva de cemento con horarios fijos, trenes llenos y relaciones vacías. Se hubiese quedado en su refugio a costa de poder vivir su propia realidad, su propia vida.
Entonces, comienza la propia vida. Pero ¿por dónde y cómo? Y sobre todo: ¿Con quién? O mejor sólo como hizo el naturista Henry David Thoreau (1817-1862), el norteamericano que vivió dos años en el bosque? O como el tipo de la película “Into the wild” (Hacia rutas salvajes) cuya conclusión al final de su vida, viviendo en el medio de la nada, fue que la verdadera vida se vive compartida con otros?
Son preguntas que se van modificando sobre la marcha. No hay una respuesta definitiva porque cuando uno abandona su entorno estable los parámetros cambian – entonces también sus preguntas. Hay que estar abierto a eso y permitirse las dudas. Las dudas sobre su vida pasada y las estructuras mentales, establecidas durante años, generaciones, siglos. Estar dispuesto a la duda significa estar dispuesto a nuevos realidades que se están creando en diferentes partes del planeta. Y para crear nuevas realidades hay que dejar caer las viejas. Los que se animan a irse de lo conocido son buscadores de sus esencias, hacedores bailando con sus remos.
Una vez hecho el segundo paso, uno se encuentra con el nuevo lugar. Con el nuevo aire, con nueva gente, con otras mentalidades y con el campito comprado sin bomba de agua ni luz. Bienvenido al campo! Bienvenido a la ficción mental en 3D!
“Si quieres hacer reír a Dios”, dice un dicho, “cuéntale tus planes.” Pero si quieres que se retuerza de la risa, cuéntale que te mudaste en el invierno a una zona de nieve a una casa de ladrillo huecos sin calefacción.
Por lo aprendido y las ideas preconcebidas, uno se olvida de las posibles realidades con las que se puede encontrar fuera del refugio calefaccionado. O se hace el valiente, diciendo: Ya voy a sobrevivir. Sí, seguro. Pero uno no tiene que sufrir cuando se va de su cueva. Entonces, hay que ir paso a paso y tomar día por día, considerando las circunstancias del momento. Una transición lleva tiempo y paciencia – cosas que no te enseñaron en el sub-mundo manejado por los poderes financieros.
La fortaleza de ser hacedor en este momento de la historia de la nave tierra es que se encuentra con otros hacedores, a través de Facebook, a través de amigos reales o de repente en la calle porque las que llamamos hasta ahora casualidades de la vida provocaron el encuentro de dos hacedores que partieron con la misma intención: conectarse con la madre tierra y recuperar los viejos saberes. Entonces, uno no está solo. Lo único que tiene que buscar solo es el equilibrio entre sus expectativas mentales y la vida real. Atrás viene toda una tropa sin armas que empezó a moverse en sintonía, tanto en Chile como en Alemania como en Nueva Zelandia. “Hay equipo”, como se dice en Argentina. El camino a recorrer una vez comenzado puede llevar semanas, meses, años. Y quizás recién los hijos o nietos van a poder ver, que el paso que hicieron los hacedores al principio del siglo 21 era uno grande para la humanidad.
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